domingo, 3 de junio de 2012

"La fortuna de vivir"... y de disfrutar del cine.

La fortuna de vivir. 1999. Dir. Jean Becker. Francia.
No sé qué pasa en la infancia, que quizá nuestra capacidad crítica sea diferente y valoramos de otra manera aquello que vemos o vivimos, que sentimos con una intensa inocencia. Quizá cuando se es niño se tiene otra conciencia de la vida, de todo aquello que pasa y que se sueña. Por eso el cine que se ve en esos momentos entra con una fuerza imborrable, dejando unas sensaciones de bienestar inmensas. He idolatrado películas tan diversas como Parque Jurásico, El dorado, La princesa prometida o Reencuentro por este motivo. Luego las he visto y sigo creyendo que son buenas películas, pero ya no tanto como antes, ya no me hacen sentir con esa ilusión. Por otro lado, ahora disfruto de emociones fuertes con otras películas. Supongo que he cambiado yo y mi percepción de las cosas, mi sentido crítico.
Con este miedo al rechazo de mi infancia, con miedo de que aquel niño que fui ya no estuviera presente, me enfrenté ayer a un nuevo visionado de La fortuna de vivir. Tenía miedo de que mi butaca estuviese más medio llena que nunca, y sólo medio llena, o quizá medio vacía. No olvidaré la primera vez que la vi y todo lo que la disfruté, a los lugares a los que me transportó. Ando yo buscando el mundo ideal, la vida soñada, la utopía de mi fantasía, creada a través de los años con múltiples imágenes y ensoñaciones, algunas de ellas provenientes de La fortuna de vivir. Sabina dijo en una canción que "al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver"... no sé siquiera si lo decía en serio, pero allí estaba yo, de vuelta en el pantano que da nombre al precioso título original de la película, Los niños del pantano, y me encontré descubriendo errores y momentos mejorables, tanto en su guión como en su puesta en escena. En ocasiones utiliza la música de manera muy sensacionalista, resaltando y subrayando escenas que no lo necesitaban; presenta alguna trama de manera relativamente burda; echa mano de la voz en off a su antojo y no siempre con acierto; y quizá se eche en falta algo de profundidad en algunas relaciones, en situaciones que piden más emoción, más intensidad. Por suerte, esta lectura de la película vista desde el yo actual no impidió que disfrutase de todas las emociones que transmite, quizá ya no como cuando la vi por vez primera, pero sí logró recordarme esa felicidad. 
Hay que decir que, pese a estos defectos, tiene enormes virtudes: es capaz de crear un magnífico tempo, un ritmo que te absorbe y te permite entrar en la historia de estos personajes, en su día a día, con sus inmensas imperfecciones que no lograr tapar ni esconder sus ganas de vivir; es capaz de crear un mundo idílico, ese pantano del título, de una gran belleza visual, con unos colores vivos que te atrapan, un amor a la naturaleza que permite al espectador soñar con esa vida; y nos regala unos personajes cargados de una suave melancolía, un canto a la amistad y a los sueños. 
Los personajes están irremediablemente unidos a sus circunstancias, a sus sueños y al pantano. Ese pantano al que el "abuelo ranita" desea retornar, cargado de nostalgia por tiempos mejores que probablemente no puedan volver, lo que no le impide luchar por ello con la ilusión de un chaval, o el pantano que atrapa a Garris y le aleja de sus aspiraciones de ver mundo, por el amor a sus amigos, a la belleza del lugar o el enamoramiento por una joven vecina, o el pantano visto por los ojos de Cri-cri, la agradable y soñadora niña que narra la película.
Se apoya en unos personajes secundarios que buscan su felicidad y su lugar en el mundo a toda costa, persiguiendo sus sueños, sus objetivos, ya sea viajar o disfrutar de la música y la literatura, de la libertad, del viaje, de los pequeños detalles del día a día, de la naturaleza, de la ilusión por un amor o una vida perdidos en algún momento... y esto es lo mismo que les trae la melancolía, la imposibilidad de alcanzar aquello que buscan, o el mundo que cambia a su alrededor, siguiendo un camino a veces opuesto, capaz de convertir un pantano en un centro comercial, en una bella metáfora del mundo actual.  Los niños del título original no creo que sean los niños que aparecen en la película, con la excepción de Cri-cri, los niños son esos adultos que se emocionan y se decepcionan con cada cambio de sus vidas, que acechan la perfección de los grandes momentos como forma de ser y de sentir. Un buen momento bien vale un día, o un mes, o un año, mientras sus valores y sus principios prevalecen sobre las imposiciones de nuestro mundo real, actual, duro y materialista, lleno de necesidades y ambiciones. Supongo que hay que vivir en ambos. Yo he tenido la suerte en este visionado de viajar a ese pantano y me alegro por ello. Ahora os escribo de vuelta en mi mundo real. O eso creo.

Sé que a veces no hablo como un crítico, sino como un fan, como un cinéfilo, pero quizá sea necesario de vez en vez, o de cuando en cuando. El cine no tiene por qué ser racional, ya que transmite emociones, y me pregunto si mis intentos por racionalizar el placer de su visionado no son vanos, si mis críticas no deberían fluir por las emociones como lo hace esta película por mi imaginario y por mis sueños. Luego me doy cuenta de que también el cine, por lo general, se estanca en esa misma racionalización, en unos dogmas, unas normas de estilo que supuestamente conducen al éxito y a la emoción, pero que demasiado a menudo lo alejan del arte y de la ilusión de su observación, convirtiéndolo en un trámite, en una continua repetición de unos esquemas. Por eso tienen que existir películas como La fortuna de vivir, por eso hay que creer en el cine, desde la perspectiva de un niño o la de un adulto, sean mejores o peores. Por eso han de existir críticas que hablen de esa racionalización sin olvidar la emoción. Me he pasado de sentimental en esta crítica, espero que me lo perdonéis... y espero que encontréis vuestro pantano y lo disfrutéis, aunque sea sólo por un instante.

2 comentarios:

  1. justo acabo de ver, de nuevo, igual que tu después de un montón de años y coincido en todo, muy buena película, con un guión muy sencillo y a veces un poco simplón pero que transmite muy buen rollo. Además es que lo explicas perfectamente en tu crítica.

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  2. ¡Muchas gracias, Carlos!
    Tengo que decir que hace muy poco tuve el gusto de recordar esta película y de hablar de ella, debido a la relación que creí ver que tenía con otra película, muy distinta a pesar de todo, que es "Bestias del sur salvaje", aún en el cine, y que te recomiendo si quieres vivir algo parecido.
    No me gusta recomendar películas así como así, pero si quieres ver una película que te muestre un mundo distinto al urbano habitual que tenemos siempre presente, creo que "Bestias del sur salvaje" te puede llevar a un mundo parecido. También tiene sus errores, y creo que es más dura y más real que "La fortuna de vivir", pero comparte su amor por la naturaleza y su belleza.
    De nuevo gracias, y me alegro mucho de que te gustase mi crítica.

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