miércoles, 28 de marzo de 2012

"Shame": ¡un brindis por el éxito!

Sí, brindemos por el éxito. Brindemos por Nueva York y sus calles que nunca duermen. Brindemos por la juventud y la belleza, brindemos por los amos del universo de Manhattan, por los delirios de grandeza, brindemos por los placeres y por el sexo, brindemos por el ideal occidental de vida, brindemos por los grandes apartamentos, por el lujo, por los mejores locales y las mejores ropas, por la seducción, brindemos por el sueño americano. Brindemos por la cima del mundo. Brindemos por la soledad acompañada, por la vacuidad, por el dolor, brindemos por el consumismo, brindemos por la imagen, brindemos por el egoísmo y las necesidades adquiridas e irrevocables.
Hay quien diría que Shame es una película que trata sobre la adicción al sexo y sus problemas, quien diría que trata sobre esa enfermedad. Quizá sea así. Pero creo que hay mucho más. Shame nos habla sobre los sueños de la cultura occidental, nos habla sobre el vacío del supuesto éxito, nos muestra a unos personajes perdidos en una ciudad donde no se pueden encontrar, no sabrían por dónde empezar. El sexo es una salida, una salida del dolor y del sufrimiento, una obsesión que permite tapar otros problemas, que esconde un alma herida bajo un armazón de placer que nunca es suficiente para ocultarlo todo. Las intermitentes luces de una ciudad grande y solitaria logran diluir ese sufrimiento entre la gente, demasiado perdidos todos en sus propios mundos para conseguir ver al prójimo, a quien nos cruzamos en el metro, a nuestro compañero de trabajo, a nuestro amante, a nuestro amigo, satisfaciendo las necesidades adquiridas por la sociedad: nuestra dosis de placer sexual, nuestra dosis de autoestima, nuestra dosis de alcohol o cocaína, o de cualquier tipo de droga, nuestra dosis de éxito profesional, pero sin ver a nadie más ni escuchar a quien llama una y otra vez, a veces a gritos, y sin poder hacerlo, en realidad. Quizá sea un dolor inevitable, después de todo. ¿Por qué preocuparse? ¿Para qué dar limosna si hoy en día todos somos pobres?
Que la película esté ambientada en Nueva York no es fruto de la casualidad, es un personaje más, esencial en el transcurso de la trama. Es un personaje bueno y malo, al mismo tiempo, es la ciudad de las ambiciones rotas, el lugar al que van aquellos que necesitan un sueño. Nueva York es el lugar donde se triunfa a lo grande, donde los éxitos son mayores, la cima del universo. Si alguien no encuentra su camino, entonces lo mejor que puede hacer es ir a Nueva York, a unirse a la legión de personas que luchan encontrarlo muy arriba, en lo alto de sus altos edificios, muy por encima de las ratas de sus alcantarillas, por encima de la suciedad de sus calles, por encima de sus clubes más oscuros, por encima de sus hoteles baratos y lejos de sus calles secundarias y sus barrios bajos.
Da la casualidad de que ambos protagonistas, los hermanos Brandon y Sissy, tienen unos problemas anteriores que desconocemos, unas carencias que provienen de su infancia, de su pasado, y los arrastran por toda la ciudad. Nosotros sólo podemos ver las consecuencias de ello, vemos sus necesidades, vemos sus bajezas, su deseo de autodestrucción, su dolor interminable y su enorme belleza. La tristeza puede ser muy bella, quizá sea porque genera deseos de solucionarla, de eliminarla, de ver la felicidad en esas personas... somos amantes de los cambios para bien, de la superación de los males. Me pregunto cómo serían estos personajes de haber crecido sin tantos problemas, o si hubieran viajado a Nueva York para labrarse un futuro mejor. Quizá sí... o quizá no. Quizá uno pueda ser feliz en ese mundo superficial, el reino de la imagen. Por supuesto, hablo del Nueva York de los sueños y de las películas, el famoso... hay otros muchos, alejados del bullicio y del consumismo, hay hasta otras culturas, pero no es ese Nueva York el que se nos muestra aquí.
Es curioso cómo se plantea un reto al espectador en esta película, al enfocar el vacío en el que se sumerge su protagonista en la adicción al sexo. El sexo es bueno, es un placer indispensable para el ser humano, responsable de la continuidad de la especie, entre otras cosas. Por un lado se nos vende en las imágenes de los anuncios, en el ideal de belleza, como una consecuencia del éxito... y por otro se tiene miedo de él y se censura, se convierte en un tabú, que sólo aumenta su atracción y su obsesión por él, su deseo por lograrlo. Pero aquí es la opción que toma el protagonista para escapar de su propia vida y sufre con él, al no ser capaz de dejar de pensar en ello, al dedicar su vida al placer se convierte en rutina, en un nuevo problema, reflejo de aquello que va pudriendo su alma por dentro, aquello que no llegamos a saber, pero que afecta profundamente a Brandon. Un espectador de mente relativamente abierta podrá ver esto, pero un espectador con prejuicios verá sexo y más sexo, verá algo explícito que rechazará, pero que quizá le estimule secretamente, e incluso quizá le haga avergonzarse al descubrir pequeñas similitudes en su comportamiento. Shame varía mucho según los ojos de quien la vea, y ahí radica gran parte de su fuerza.
Y la película tiene una gran fuerza, que se ve alimentada por la gran capacidad narrativa de Steve McQueen, su director, un hombre que hace películas como las siente, pensadas y realizadas de acuerdo a ello, buscando la realidad, acercándonos a su visión de la verdad del mundo en que vivimos, o a partes de él. El mismo tema de esta película puede verse por ejemplo en American Psycho, pero en aquel caso se hace desde el punto opuesto, desde la ensoñación y la paranoia, podría ser una pesadilla de Brandon y Shame su día a día.
Michael Fassbender hace un trabajo impresionante para conseguirlo. Sólo hay que mirarle a la cara, ver su actitud ante la vida, la repugnancia que él mismo se provoca, para apreciar todo lo que nos quiere decir su personaje. Hace un esfuerzo creíble y magnético, una actuación memorable. Y Carey Mulligan hace un trabajo más difícil de lo que parece, muy complejo y muy bonito, la fragilidad como arma para salir adelante, la gran inseguridad de un personaje muy emocional... su interpretación de New York, New York es magnífica y con una dura y seca ironía por debajo que conmueve.
En fin, es una gran película, aunque sus personajes no logren evolucionar, por mucho que lo intenten, por mucho que luchen contra las paredes de sus propias almas. Quizá sea muy difícil para ellos volar en una ciudad con edificios tan altos. Me pregunto si se pudiera haber llevado mucho más al límite, y si eso le hubiera aportado algo más... y me pregunto cómo sería una segunda parte, hecha dentro de 20 años si Michael Fassbender se conserva regular y de 40 si se hace retoques, en la que el éxito ya no sea un sueño posible, cuando sea un Don Juan tardío y marchito y no tenga sexo bajo el que esconder sus miedos, ni violencia con la que expresar su frustración. Me pregunto qué pasa con los amos del universo cuando ya ha pasado su tiempo. Quizá emigren a otra parte, dejando Nueva York, la ciudad de los sueños, la ciudad que nunca duerme. Brindemos por ella, por la Nueva York soñada, por la de las películas, por lo más elitista de Manhattan, el centro del universo.

domingo, 18 de marzo de 2012

¿Merece la pena?


Cada fin de semana se estrenan varias películas. Alrededor de la mitad de ellas son europeas, asiáticas, o sudamericanas. Salvo excepciones, como un enorme éxito en su país de origen, un gran talento, un gran parecido con el cine americano, o el hecho de estar protagonizada por una estrella española de la televisión, esas películas no tendrán éxito a gran escala. Serán enviadas a cines de versión original... esos cines para raros, frikis y listillos. De entre las películas norteamericanas que nos llegan, muchas de ellas son del llamado cine independiente, o tienen una intención artística superior a su intención comercial, o no se ciñen al cine de género a rajatabla: estas películas también irán dirigidas mayoritariamente a ese mercado, o no tendrán un gran éxito en taquilla y pasarán brevemente, sin pena ni gloria, por los grandes cines, los de pantallas grandes y palomitas. Entonces nos queda una parte del cine americano que copa nuestro mercado, es el cine de género, es decir: el cine de terror, acción, romántico, comedia, familiar, etc. Es el cine que conocemos, el cine del que se habla más habitualmente, nos guste o no, el cine que llena carteles y anuncios televisivos, el que llevamos viendo desde que nacimos. Ese cine que está protagonizado por estrellas, el cine que cuenta las historias que ya han funcionado antes, que tienen el mayor porcentaje de éxito. Las principales productoras no son tontas, no hay que tomar riesgos. Así vemos la recaudación encabezada por remakes de películas antiguas o de habla no inglesa que los estadounidenses hacen en lugar de doblar películas, medida inteligente, porque a su vez se adaptan al ideal americano de vida y a su idea de cine, tan sólo se quedan con una pequeña idea del original... también podemos encontrar secuelas e incluso secuelas de remakes, existiendo la posibilidad de existir remakes de secuelas, aunque es más improbable, ya que no se hacen tantas secuelas fuera de Hollywood. En realidad, poco importa, las películas "originales", las que no son remakes ni secuelas, son quizá las más previsibles y adscritas al género... no se pueden permitir el riesgo de hacer un producto no visto antes.
En fin, esa es la realidad del cine actual, y un lector avispado podrá leer entre líneas mi disgusto por esta situación. Lamento mucho mi subjetividad latente y pretendo justificarme. No odio este cine "comercial", no tengo nada en su contra. Pero sí tengo muchas cosas en contra del mal cine comercial, del mal cine de género. El problema es que abunda, y mi impresión es que eso ocurre cada vez más.
¿A quién le importa hoy en día que una película sea buena o mala? ¿Que esté bien o mal hecha, bien o mal interpretada, bien o mal escrita o dirigida? ¿A quién le importa que manipulen descaradamente los sentimientos y emociones de la gente? No veo que importe realmente el buen gusto o el trabajo bien hecho. Hay veces que creo que les da vergüenza hacer un buen guión de una comedia romántica, igual alguien les echa, o les llama cursis, bajo la amenaza de que el cine romántico no es así, hay quien cree que debe ser malo, que deben sonar violines o piano cuando se juntan los enamorados, que se debe manipular al espectador, que deben suceder cosas sin explicación ni sentido ninguno, sin un trabajo previo, quizá crean que el sexo se hace con ropa interior y sin más interés que ver muy guapos y enamorados a los protagonistas, chistes fáciles, bromas ya vistas, comportamientos adolescentes y ridículos en los enamorados, sea cual sea su edad, y un largo y enojoso etcétera.
Me molesta, pero parece que sólo me ocurre a mí, ya que la gente parece disfrutar igual de un producto bueno que de uno malo, parece que la capacidad crítica está sobrevalorada. ¿Para qué escribir un buen guión en medio año si en un mes he escrito algo que sirva para que Jennifer Aniston salga preciosa pero con un puntito picante? ¿Es eso lo que quiere el público?
Las cifras lo dicen. Supongo que gran parte de los lectores de este blog lo corrobora, si concuerdan con un poco de lógica estadística. Parece que sólo nos interesa el cine para ver lo que esperamos ver, lo que ya hemos visto otras veces, a llorar con lo que ya hemos llorado, a reir con lo que ya hemos reído. Pero... ¿cuántas veces puede funcionar la misma broma, la misma situación? Por lo visto, eternamente. Total... ¿qué importa? El cine está para entreneter, para dar cobijo a parejas en una sala oscura, evitándoles mantener una conversación larga, o haciéndoles creer como esos protagonistas, guapos, estúpidos y fuera del mundo. El cine está para ver efectos especiales y grandes explosiones, palizas de los buenos a los malos, disparos con efecto. ¿En eso consiste el cine? Yo no hablo de un análisis pormenorizado o semiprofesional, tampoco yo sé tanto de cine. Hablo de no aceptar los lugares comunes, las escenas mil veces vistas, pido diálogos divertidos, personajes creíbles, situaciones originales, dilemas reales, una buena conexión entre los protagonistas, ya sea por el diálogo o por un buen trabajo de puesta en escena... o tan sólo una de estas cosas. Sólo con presentar algo que salga de dentro de los creadores es suficiente. Todos tenemos historias románticas que contar, todos tenemos comedia, todos tenemos miedos que plasmar en una película de terror, incluso tenemos escenas de acción... y las contamos día tras día, en bares, cafés, salones, dormitorios, calles, clases, centros comerciales, tiendas... todos contamos anécdotas y hacemos reir y pasar miedo, todos creemos que nuestra historia de amor conmoverá a nuestros amigos, conocidos y desconocidos... ¿por qué el cine tiene que ser menos? ¿O acaso somos tan poco inteligentes e inmaduros como los protagonistas de las películas? ¿En serio es así? ¿O soy un superdotado, o un ser increiblemente superior a la sociedad que me rodea? No lo creo, de verdad que no. Se ha dicho muchas veces que el cine muestra los sueños de la sociedad, o al menos los crea y les da forma, generando una interesante disputa de huevos y gallinas... ¿es la sociedad la que inspira los sueños que se muestran en el cine, o es el cine el que enseña a la sociedad qué debe soñar? ¿O ambas cosas? Yo pretendo apartarme de eso un segundo y analizar esos sueños, tal y como se muestran actualmente, y me resulta difícil creer que la sociedad es eso, esa banalidad mostrada en las películas, infantil y ridícula, sencilla hasta la simpleza. Ojalá no sea así, me daría mucha pena.
Con esto no quiero decir que todo el cine de género esté mal hecho, tan sólo digo que el bueno escasea... y aquí estoy yo, hablando de buenos y malos, cosa que detesto, yo, que siempre he creído que hasta en lo peor hay algo que salvar y en lo bueno algo que mejorar... yo, que disfruto metido en una infinita escala de grises, dudando de la existencia del blanco y del negro, pero ya estoy cansado de violines cuando se enamoran, de canciones de éxito con chicas en los probadores de las tiendas... estoy cansado de remakes que empeoran el original, de risas enlatadas... incluso me altero cuando veo el video de Kony 2012 y descubro que una ONG se ha atrevido a manipular los sentimientos del público. Esto me altera especialmente... porque puedo entender la manipulación de aquello que es dañino, es lógica... pero no se debe manipular ni ensuciar lo bueno con sensibleria barata, las buenas intenciones y los buenos sentimientos no necesitan manipulación... o no deberían.
No quiero hablar más de buenos y malos, pero era difícil en este caso. Lo siento.
Bueno, quiero decir que esta entrada surgió del visionado de Cruce de destinos, película escrita y dirigida por Ricky Gervais y Stephen Merchant, nada más que una película de género, previsible y sencilla, no una gran película, pero escrita y protagonizada con cariño, con ilusión, con golpes bajos, lamentablemente, y cierta manipulación, pero con buenos diálogos, buenos personajes y una pasión vital sincera en ellos, con buenas interpretaciones. Suficiente para ser la mejor película de género que veo en mucho tiempo. Es triste, pero cierto. No tuvo excesivo éxito, normal, considerando que es inglesa y no estadounidense, y que no la protagonizan estrellas.
En contraposición, Ex-posados, película de Hollywood protagonizada por Gerard Butler y Jennifer Aniston, obra de la que tuve el gusto de ver gran parte, por desgracia no pude visionarla en su totalidad, lo que quita fuerza a mi crítica... es un desastre, una de las peores películas que he visto: no tiene ningún interés por estar bien escrita, si lo hubiera hecho un niño de 10 años sus diálogos hubieran sido más maduros y su trama hubiera tenido más sentido, con todos los respetos a los niños de 10 años. Es un despropósito tras otro, una vergúenza cinematográfica sin interés ninguno que logró 67 millones de dólares en Estados Unidos, más de 5 millones de libras en Inglaterra y a saber cuánto en España. La vio mucha gente, sin ser un gran éxito... y nadie se quejó como con El árbol de la vida, nadie pidió que le devolvieran el dinero por haber presenciado un insulto a su inteligencia, o al menos no me consta. Se considera una película más, algo normal. Y esto es tan sólo un mero ejemplo. Por eso me pregunto si merece la pena hacer bien el cine de género... la gran masa de la sociedad parece no querer apreciarlo, ¿para qué preocuparse en escribir buenos diálogos? ¿Para qué crear situaciones y personajes interesantes? Quizá el público sólo quiera ver lo mismo de siempre de la misma forma de siempre.

jueves, 15 de marzo de 2012

"La ley del silencio"

1954. Dir.: Elia Kazan. Estados Unidos.
Por fin he tenido ocasión de ver La ley del silencio. La experiencia ha merecido la pena. Elia Kazan es un director especial, probablemente sería considerado uno de los mejores de la historia si no hubiera testificado en la caza de brujas, aquella lucha de los Estados Unidos contra cualquier forma de pensamiento cercana al comunismo. La temática de La ley del silencio también se centra en un hombre que debe decidir si testificar o no, si callar o hablar, un hombre que debe tomar partido entre su honor y su familia o su conciencia y su propio orgullo. Pese a todo, no se pueden comparar la trama de la película con la situación personal de Elia Kazan, en ambos casos ambos responden ante la ley como se les pide, pero en la realidad la ley no era justa ni honrosa. Éste es uno de esos casos en los que la realidad supera a la ficción... desconozco los motivos que le llevaron a hacer tal cosa, debieron de ser importantes, supongo. En cualquier caso, hay que evitar mezclar, en medida de lo posible, la vida privada de los autores con su obra... y la obra de Elia Kazan es impresionante. Quizá sea uno de los primeros autores del cine de Hollywood, imprimía a sus películas una fuerza vital impresionante cargada de contenido, uniendo una pulsión animal y salvaje con un profundo trasfondo reflexivo y metafórico. Se podría decir que hay aspectos de su cine que han quedado anticuados, tanto en su tratamiento de las historias como en las interpretaciones de sus actores, en ocasiones muy afectadas y lejanas a la realidad. Es comprensible, hace casi medio siglo que se hicieron estas películas, y Elia Kazan provenía del mundo del teatro, donde los espacios y la interpretación se entienden de otra forma, algo que se podía apreciar en su cine; además de ser uno de los fundadores del famoso Actor´s Studio, en el que se formaron actores como el propio Marlon Brando, protagonista de esta magnífica película. No voy a descubrir ahora a Marlon Brando, pero se come la pantalla en cada escena, sin excesos pero cargado de carisma. Consigue preocupar al espectador por un personaje con quien no resulta fácil sentirse identificado en un principio, un hombre que se niega a pensar, un bruto con una visión materialista del mundo, salvo por su pasión por las palomas y la libertad que simbolizan. Es un bestia, es agresivo, impulsivo, instintivo, como muchos otros protagonistas en las películas de Kazan, pero siempre con un punto soñador, sensible, idealista y un poco atormentado, problemático. Además, salvo pequeños momentos que parecen sacados de un mundo irreal, está muy bien acompañado por Eva Marie Saint, que quizá sea el personaje que menos se cree el guión, demasiado buena, demasiado fuera del mundo, pero con una atracción irracional por el protagonista y por la vida en el puerto. El resto de actores deja grandes momentos también, contribuyendo a un ambiente general convincente, asfixiante y, por momentos, de gran realismo. Se nos muestra con crudeza la vida en el puerto, el trabajo controlado por la mafia, dirigida por un líder ambicioso y poderoso, capaz de matar para mantener calladas las bocas de los trabajadores sobre lo que pasa allí. Se nos pregunta, a lo largo de toda la película, dónde están la valentía y la fuerza, en las palabras o en los actos, si hay mayor valentía en la resignación o la rebeldía, en los puños o las palabras. Se le plantea al protagonista su escala de valores: su familia, la justicia, su futuro, el amor... y tiene que tomar una decisión rápida que le deje en buen lugar, como persona y como hombre. Sí, digo como hombre, porque tiene que responder con el lenguaje que se entiende en esa sociedad que se nos muestra, plantando cara a las afrentas, sacando pecho y demostrando que no tiene miedo. Por eso hay una doble resolución en la película, la verbal y la física, la racional y la impulsiva, la de la justicia y la de los hombres. Y Marlon Brando hace lo que puede por cumplir con ambas, emocionando al público. Me pregunto si el propio espectador necesita de la respuesta física y violenta para terminar de cerrar la historia... si manda en nosotros algo primitivo cuando vemos una película, algo que nos pide la confrontación para culminar un conflicto. Mi impresión es que en este final perdemos gran parte del verismo ganado por la película y sus personajes, en una lucha cuerpo a cuerpo entre el bien y el mal, irracional, pero satisfactoria, donde la humillación y el dolor del adversario forman parte indispensable de la victoria final, para alegría del público enfervorecido. No se espera de ningún modo la redención o la comprensión, sino el sufrimiento. Naturaleza humana. Eso es lo que nos enseña Elia Kazan en su cine, nos guste o no.

viernes, 9 de marzo de 2012

"Los idus de Marzo" y la mala distribución.

Los idus de Marzo se estrenó en 15 países antes del 20-N, incluyendo, por ejemplo, a Portugal y a Francia, países vecinos a España. Como todo el mundo sabe, hubo elecciones generales en España... y da la casualidad de que esta película en cuestión trata de los entresijos de las campañas políticas, de las corrupciones y trampas, de la ambición de poder. No conozco todos los detalles ni los pasos que se llevan a cabo en España para el doblaje de las películas y su distribución. ¿Pero no hubiera sido mínimamente inteligente estrenar esta película en un país absorbido por un proceso electoral? ¿No hubiera sido pertinente y de interés para el público? ¿No nos hubiera ayudado a ser conscientes de todo lo que se mueve por detrás de una campaña electoral, aunque fuera sólo a recordar cosas que ya sabíamos? Y lo que es más importante para productores y distribuidores... ¿No hubiera aumentado su recaudación enormemente? Con una mínima campaña publicitaria se hubieran logrado resultados espectaculares, creo yo... quizá me equivoque, quizá el público no quiera ver en el cine lo mismo que lee a diario en los periódicos y está harto de ver y escuchar en las noticias de radio y televisión... pero lo dudo.
No sé quién tomaría esta decisión, si fue la distribuidora en España, la productora en Estados Unidos o una distribuidora internacional, pero me temo que alguno de ellos, o todos ellos, han dejado de ganar mucho dinero con esto.
Sé que se toman muchas decisiones en estas distribuidoras, que se decide sobre carteles publicitarios, sobre las mejores vías de publicidad, sobre el público al que dirigirse... sobre la traducción de los títulos o no... y a veces se toman decisiones muy acertadas, y otras veces muy erroneas. Aún me pregunto cómo se pudo pensar que la película Hugo tuviese que ser traducida como La invención de Hugo, teniendo en cuenta el detalle de que Hugo no inventa nada en la película. ¿Acaso el público de España no iba a entender y apreciar el título original? Pero éste es un detalle minúsculo y de relativa importancia en comparación con otros errores, se toman muchas decisiones y es difícil saber cuáles van a funcionar mejor. En este caso no creo que haya afectado a la recaudación, ni a la opinión del público.
Peor fue el caso de El árbol de la vida, vendida como una película más de Brad Pitt, como una película comercial y de Hollywood, decepcionando a muchos espectadores que esperaban encontrar eso mismo. Una lástima que no encontrasen lo que buscaban, aunque lo que se les ofreciese fuese mucho más rico y gratificante, al menos a mi parecer. Probablemente se ganó mucho más dinero con esta promoción, pero destrozó la imagen pública de la película, pudiendo dañar, incluso, la reputación de su protagonista, y desde luego, la de su director. ¿Es una decisión correcta si se gana más dinero aunque gran parte del público salga indignado de la sala?
Volviendo a Los idus de Marzo, creo que lo que más me molesta es que habrá alguien orgulloso de estrenarla en Marzo, como si eso fuera lo más adecuado, debido al título. Es como pensar que Victoria Abril vive en una eterna primavera. Quizá el problema esté en el origen, en el estudio de Hollywood, donde quizá piensen que la recaudación de España es calderilla, que es poco relevante para el resultado final, y que no merece la pena estrenar la película en España, como en esos otros 15 países, antes del 20 de Noviembre, antes de las elecciones generales. Sí, hay quien dirá que este mes hay elecciones en Andalucia... lo sé, y con todos mis respetos a Andalucía, no tienen la misma repercusión unas elecciones autonómicas que unas elecciones generales.
Creo que hace falta cordura e interés en la distribución cinematográfica, dejando aparte las diferencias en la promoción de las poderosas películas hollywoodienses respecto a las independientes o de otros países de procedencia, con su consiguiente diferencia en los resultados de taquilla. Hace falta cordura como agua de Mayo, y no me refiero únicamente a la lluvia, y no me refiero a que se tenga que hacer únicamente en Mayo. Por otro lado, tampoco estaría mal que lloviese, aunque sólo fuera en Mayo.

miércoles, 7 de marzo de 2012

"La invención de Hugo"

Empezaré diciendo que vi La invención de Hugo en 3D y en versión original subtitulada, la forma más fiel a como fue pensada, la mejor forma de apreciarla, aunque haya que romper huchas y buscar salas que nos ofrezcan esta combinación que creo que es la primera vez que encuentro. Martin Scorsese y 5 Oscars hacen que sea posible. Y hay que reconocer que es el mejor uso del 3D que he visto jamás. Avatar y James Cameron no supieron sacarle mínimamente partido en comparación con Scorsese, un verdadero artista y estudioso amante del cine. Scorsese es un gran director, y decidió hacer un homenaje a Georges Méliès, el gran mago del cine universal, uno de los pioneros, que hizo maravillas con el montaje. Scorsese ya había hecho otros homenajes, a los Rolling Stones, a George Harrison o a Fran Lebowitz. Es un fan que tiene la suerte de rendir culto a sus ídolos a lo grande. Y para Méliès hacía falta algo más, tenía que recrear su magia, buscando los medios para hacerlo en el 3D, con el consiguiente aumento de los gastos en el rodaje a aproximadamente el doble. Que Méliès muriese en 1938, además, dificultaba su tarea de encontrar entrevistas y material sobre él. Supongo que ese es el principal motivo de que este homenaje sea de ficción, y no documental. Por ello, esta película gustará y entretendrá a los amantes del cine que desconozcan la historia de este gran genio de los comienzos del siglo XX. Incluso habrá quien reconozca otros homenajes en la película y disfrute de ellos..., por desgracia, yo estoy en contra de estas referencias para eruditos y entendidos, que entorpecen, en algunos casos, el ritmo de la narración. Supongo que sirven para subir la calificación de las películas en muchas críticas, cuyos autores estén orgullosos de su propio conocimiento para hallar y reconocer el valor de ese mensaje oculto dirigido a una minoria especializada, ese mensaje que sólo les dice que han visto mucho cine, pero en fin... es un mensaje, y a veces funciona y llega a sus receptores.
La invención de Hugo es una película que me confunde. No sé muy bien qué me está contando... empieza hablando de Hugo, un pequeño jorobado de Nôtre Dame, pero sin joroba y en otro lugar de París, la estación de tren. Nos muestra rápidamente y con brillantez su mundo y sus miedos, representados por ese personaje divertido pero repetitivo interpretado por Sacha Baron Cohen, y lo hace con todo el talento de su puesta en escena, donde fotografía, dirección de arte y vestuario brillan y destacan, mostrando la época y el lugar, transmitiendo el ambiente con minuciosidad. En este aspecto, Scorsese juega y se divierte con el 3D, sacándole el máximo partido, creando diferentes planos en una misma imagen, utilizando la profundidad de campo de manera ejemplar... incluso resulta natural su uso del 3D, casi parece una forma de hacer cine, no un mero recurso para cobrar más en la entrada. El problema es que, una vez conocemos a Hugo, deja de tener interés, su historia no nos lleva a ningún lado, únicamente al descubrimiento de Georges Meliès, y más su obra que el personaje en si. Entramos en una fase de la película que parece una clase sobre cine de la época, prestando especial atención sobre Meliès, mostrado como todo buen profesor lo haría, con cariño e ilusión. Llegado este punto ya no sé qué estoy viendo, ni sé qué hubiera estado mejor, si centrarse en la trama de este joven huérfano, o dejarle definitivamente de lado para conocer al gran mago del cine. A veces da la impresión de que a Scorsese y a John Logan, el guionista, no les interesa nada Hugo, sino como conductor de su propia admiración por Meliès, pero sintiendo que tienen que volver a él, lo unen como pueden con Meliès, utilizando el recurrente tema familiar en este tipo de películas, de manera que me resulta un poco insatisfactoria y evidente.
No es una mala película, es agradable y está bien trabajada en todos sus aspectos, salvo quizá el guión, pero me deja un poco confuso e indiferente. Por tanto, se podría decir que La invención de Hugo adolece del mal de las películas charco: es reluciente y refrescante, novedosa, e incluso a veces se puede ver uno reflejado en ella, si se esfuerza bien, aunque algo borroso; pero carece de profundidad y de historia, al contrario que un iceberg, por ejemplo. Esto me recuerda cuánto me gusta la lluvia y que hace mucho que no llueve... en fin, ¿qué le vamos a hacer?
Me quedo con la sensación de que hubiera disfrutado más de un documental, libre de este disfraz de historia de ficción, libre de las convenciones del género familiar y libre para dejar fluir toda la inventiva de Meliès y recordársela al mundo. Me pregunto también si no hubiera estado bien tomar su testigo, como hizo The Artist, y hacer una pequeña película en 3D, creativa y jugando con el montaje para crear ilusiones... hacer la película que Meliès hubiese querido hacer o hubiese querido ver hoy en día. Supongo que esa duda quedara sin respuesta. Una pena.

martes, 6 de marzo de 2012

"Perdición"

1944. Dir.: Billy Wilder. Estados Unidos.
¿Qué es lo que no encaja para que una película del cine negro más clásico, dirigida por un gran director alemán, como Billy Wilder, escrita por él junto a uno de los grandes escritores de novela negra, como Raymond Chandler, adaptando una novela de otro prestigioso escritor, James M. Cain, no funcione del todo bien? Yo había visto antes fragmentos de esta película, y había oído hablar de ella, así que estaba dispuesto a hablar del magnífico guión, de sus divertidos y detallistas diálogos que escapan a la censura con descaro y sugestión, de la importancia de las sombras y la inevitable influencia del expresionismo alemán, del talento de Wilder y el de Chandler... de la obra maestra. Quizá la culpa sea de las expectativas, de las ilusiones que me había hecho antes de situarme frente a la pantalla. Claro está que hay mucho de esto en Perdición, pero menos de lo que hubiera podido esperar. ¿Acaso es que el cine negro no era el género que mejor le iba a Billy Wilder? Pero él hizo la maravillosa El crepúsculo de los dioses, aunque quizá es un caso diferente, ya que él era ya por entonces un director más maduro y de talento reconocido en Hollywood, por lo que se permitió hacer una película más personal, donde pudo poner mayor emoción y cariño por sus personajes, de los que está carente Perdición.
Puede que haya perdido la cabeza, porque estoy hablando de un clásico, de una película admirada, dirigida por el gran ídolo del cine, Billy Wilder... pero creo que en este caso deja demasiado trabajo al espectador. Quizá el público de la época estuviese tan acostumbrado al género negro que algunos requerimientos, algunas convenciones, fuesen mecánicas para ellos. El problema es que se nos presenta un protagonista con muy poco encanto, y no quiero echar todas las culpas a Fred MacMurray, el actor que lo encarna, sino que siento que no se ha hecho suficiente para identificarse con él, cargado de clichés y haciendo uso de muy poca inteligencia, incluso de un romanticismo contenido y poco creíble. Me extraña que se enamore tan rápida y perdidamente del personaje interpretado por Barbara Stanwyck con una horrible peluca, casi resulta aleatorio su amor, como si hubiera podido suceder con cualquier mujer mínimamente atrevida y atractiva que se pusiera en su camino. Y, desde luego, es demasiado obvio que ella es una mujer fatal, incapaz de amar, y menos a un hombre como él. Todo me resulta demasiado obvio en su relación, demasiado manido y sin la chispa que hiciera diferenciar esta película de otras, situándola por encima. Por su narración, comenzando por el final, como en El crepúsculo de los dioses, es evidente para el espectador lo que va a suceder, pero en este caso incluso podría decir que esta estructura juega en su contra, ya que no tuve mayor interés en saber cómo habían llegado hasta ese punto, era demasiado obvio, y no tenía a favor el sentimiento de pena por un protagonista que no inspira grandes emociones. Así que le pide al espectador que haga todo esto por él, y puede surtir efecto, pero conmigo no lo hizo, lamentablemente. Tiene la ayuda de un gran texto, con unos diálogos rápidos y cargados de dobles sentidos, a pesar de que la voz en off es excesivamente explicativa por momentos, haciendo un poco literario el transcurso de la trama, hecho perdonable si se tiene en cuenta que es el primer guión del novelista Raymond Chandler, quien además tenía el problema de trabajar junto a Billy Wilder, con quien mantenía una muy mala relación. Pese a todo, como digo, tiene grandes diálogos, utiliza la luz de manera expresiva, tanto de día como de noche, cuando más huele la madreselva, y nos regala un gran personaje, Barton Keyes, el encargado de que no se cometan estafas en una empresa de seguros, un hombre listo y divertido, en su relación con el protagonista están los mejores momentos, una amistad creada con las cerillas que pide Keyes al protagonista, él nunca lleva porque se pueden encender en el bolsillo y quemarse. Eso define a ambos y es el toque de grandeza, de genialidad, en una película gris, que va perdiendo interés según avanza la historia hacia lugares comunes, alejándose poco a poco de su sentido del humor y sus rápidos diálogos. Por suerte, tuvo ocasión de resarcirse con El crepúsculo de los dioses... y con unas cuantas obras maestras más, así que me alegro de que esta película esté, a mi modo de ver, sobrevalorada. Sin ella, quizá no hubiera tenido la libertad para hacer todo lo que hizo. Y no fue poco.

sábado, 3 de marzo de 2012

"Oldboy": una tragedia surcoreana.

2003. Dir.: Chan-wook Park. Corea del Sur.
Resulta difícil permanecer indiferente tras ver Oldboy. Sus espectaculares imágenes y las dolorosas emociones que generan hacen que el espectador quede marcado por la película, para bien o para mal. Está basada en un cómic manga, expresión artística de la que, por desgracia, tengo muy pocos conocimientos, así que me queda la inevitable duda de saber hasta qué punto la brutalidad y extremismo de sus imágenes o su belleza estética provienen del cómic o no, o si su profundidad y su fuerza drámatica vienen de allí o son generadas o desarrolladas por los creadores de la película. Quizá sea un duda irracional, ya que sé que hay diferentes géneros dentro del manga, y seguro que cada obra es diferente, pero quizá en su estética y en su manera de aproximarse a algunos temas haya algo propio del género al que pertenece la obra original. Tampoco conozco mucho de la cultura surcoreana, si bien he visto varias películas hechas allí, todas magníficas, lo que no quiere decir necesariamente que su cine sea muy bueno, sino que se hace una buena selección en cuanto al cine que exportan. Espero que mi crítica no se vea afectada por las limitaciones propias de alguien educado en la cultura occidental, con el convencimiento y la esperanza de que el cine en particular y todas las artes en general, sean universales, como los sentimientos que las generan y que ellas mismas provocan en los públicos de todo el mundo.
Y hablando ya de Oldboy, con perdón por el retraso, la película te ataca desde el comienzo, con un inicio divertido y atrevido, con un ritmo muy rápido, una presentación muy clara del personaje y unas actuaciones tremendamente exageradas, destacando a Min-sik Choi, el protagonista, que hace un gran trabajo como Oh Daesu, "El que se lleva bien con todos", como se dice en la película que significa su nombre. Este Oh Daesu resulta excesivo y antipático durante gran parte de la trama, sin llevarse bien con nadie, pero eso es casi inevitable para un hombre encerrado durante 15 años en una habitación, alguien que al salir se encuentra sólo, sin familia y casi sin amigos. Este interesante punto de partida nos permite aceptar varios aspectos de su carácter que no perdonaríamos a otro personaje, además de hacer creíble su capacidad para luchar, debido a su intenso entrenamiento en cautividad. Nos permite comprender las ansias de venganza, la tortura, mutilaciones, ataques a una mujer o que se coma un animal vivo... digo comprender, no aceptar, y creo que tampoco nos pide eso la película. De alguna forma, hay que ver Oldboy como si de una tragedia griega se tratara, donde los personajes viven al límite de sus sentimientos, de sus experiencias, tratando de luchar contra todos y consigo mismos, sin nada que perder y con un destino terrible. Surgen temas tabú del mundo contemporáneo, que se tratan y se resuelven con fiereza y valentía. Tan sólo faltan dioses, pero quizá no sean necesarios en una narración trágica. Resulta hasta divertido que todo el problema surja de un chiste que no dejan terminar de contar a Oh Daesu, herido en su orgullo y sorprendido por este motivo. Bueno, esa es mi apreciación, habrá otras. De todos modos, si no se aproxima uno así a la película, en su visión trágica, quiero decir, o se es especialmente sensible a las imágenes desagradables, probablemente se deteste aquello que se muestra. También se puede entender la película como una sencilla y ultraviolenta trama de venganza, con su parte amarga, como bien indica la tradición, pero eso sería quedarse únicamente en la superficie, me temo.
Hay todo un torrente de emociones contradictorias que van luchando dentro de los protagonistas: Oh Daesu, la chica que le acompaña y el hombre que le hace la vida imposible, personajes que no saben si amar u odiar o cómo hacerlo, personajes que se preguntan la corrección de su amor y su odio, de sus deseos, que no tienen miedo a humillarse a si mismos por sus seres queridos, pero que no aguantan que se les hiera en su orgullo. Es interesante ver que, llegado un punto de la película, héroe y villano se confunden... en realidad, ambos pueden ser considerados villanos y también personas que hacen lo que pueden por superar unos enormes problemas que determinan sus vidas y su manera de actuar... pero no se pueden ver héroes por ningún lado. Una vez se me enseñó que es la contradicción la que hace humanos a los personajes, ya que todos la tenemos dentro, en una contínua lucha entre unos deseos y otros, entre lo que queremos y lo que necesitamos, lo que somos y lo que queremos ser, incluso podemos definirnos a nosotros mismos por actitudes contradictorias. Quizá ahí esté la belleza y la dificultad de la vida... y por eso gusta verla en pantalla. Oldboy tiene mucho de eso, y está narrado de una manera brillante. Chang-wook Park controla el tempo de manera magistral, ayudado de un gran montaje, alternando momentos muy rápidos, en los que el tiempo pasa volando, con una gran cantidad de planos, e instantes que se alargan, permitiendo disfrutar de su importancia y de su belleza, sin dejar de lado nunca la violencia ni las situaciones más comprometidas sexualmente. Hay, por ejemplo, un espectacular plano secuencia (sin cortes) en el que el protagonista pelea contra una decena de hombres en un pasillo, y es una de las más brillantes escenas de lucha que he visto. También hay un gran uso del tiempo, viajando al pasado con enorme soltura, ayudado ligeramente por una voz en off que no hace daño.
Oldboy está espléndidamente narrada y tiene una imagen muy cuidada... y quizá ese sea su mayor problema, si es que lo tiene: un exceso de estilo. Principalmente en todo lo concerniente al papel del villano hay un aura especial de poder y de control que quizá exprese una admiración oculta por él del narrador, o incluso de Oh Daesu, pero que es posible que nos impida verlo en todo su sufrimiento y toda su grandeza. O quizá lo haga más interesante. Eso habrá de juzgarlo el espectador, cualquiera que encuentre esta película y le dé una oportunidad, pese a su crudeza, y se deje llevar por su historia trágica. No lo lamentará.

jueves, 1 de marzo de 2012

"La fuga de Logan"

1976. Dir.: Michael Anderson. Estados Unidos.
Es curioso cómo puede cambiar la percepción de las películas a lo largo del tiempo. La fuga de Logan es una película muy setentera, en su espíritu y en su imagen. No es una buena película: su dirección y su guión son muy pobres; sus decorados y sus efectos especiales dejan mucho que desear, recordemos que tan sólo un año más tarde llegaría La Guerra de las Galaxias, con un nivel infinitamente superior en ese aspecto; y como ciencia ficción futurista utópica, se queda muy por detrás de otras películas de la época, tanto en mensaje como en estética, películas como El planeta de los simios, Alien, Brazil, si bien ésta fuera un poco posterior, o la magnífica aunque a veces olvidada Soylent Green. Aún así, La fuga de Logan fue un gran éxito en el año de su estreno y hoy es casi considerada un clásico de la ciencia ficción... supongo que sus errores eran más difíciles de ver entonces, con toda la campaña propagandística... y son obviados hoy por la indulgencia que se tiene con algunos productos carismáticos del pasado.
Y La fuga de Logan es una película carismática. Pese a todos sus errores y sus defectos, enormes todos ellos y bien visibles, partiendo de una trama mal llevada hasta llegar a un final precipitado y sin sentido lógico ninguno, hay una gran fuerza en ella. No sabría decir de dónde viene, si radica en su ingenuidad, constante a lo largo de toda la historia, presente en los personajes y en todo el universo creado, o si viene de un pensamiento muy liberal en cuanto a sexo y drogas que quedó parcialmente borrado en la sala de montaje, por lo visto, pero que está por debajo de todo lo que sucede en la ciudad y sugerido con violencia en actitudes, vestuario y diálogos. Sin embargo, el mensaje final de la película hace hincapié en la clásica idea del cine americano de la importancia de la familia para disfrutar de la libertad, en oposición al amor libre, quizá tomando la innegable influencia de la novela Un mundo feliz, novela de significado mucho más profundo, por otra parte, lo que nos puede hacer pensar en la enorme oportunidad perdida de contar algo con esta historia.
Para quien no la haya visto y no conozca la trama, La fuga de Logan se sitúa en un mundo útopico, del siglo XXIII, en el que, por la contaminación y la superpoblación, ha surgido la necesidad de encerrarse en una ciudad bajo una cúpula, dominada por un ordenador, donde sus habitantes se dedican a su propio placer, con un control de la población por el que han de morir a los 30 años de edad. Muchos intentan escapar de la ciudad, vigilados por unos agentes de seguridad entre los que se encuentra Logan 5. Existe la creencia popular de la existencia de un lugar en el exterior donde se puede seguir viviendo: el Santuario. Logan 5 se dispone a buscarlo, bajo las directrices del ordenador central, para destruirlo. No le será tan fácil, porque conoce en el camino a Jessica 6, que le abre los ojos ante ciertas realidades de la ciudad y de la vida. En su noción del Santuario es dónde quizá esté su mayor virtud, el lugar idílico al que queremos escapar para mejorar nuestras vidas, difícil de alcanzar y quizá inexistente, posiblemente un producto del deseo humano; es una lástima que no se ponga más énfasis sobre esta búsqueda en la película, que no se haga una reflexión mayor sobre la vejez y la muerte, o sobre la educación y la cultura. Quizá me equivoque, un objetivo primordial del cine es ganar dinero, y es muy probable que una mayor reflexión hubiese hecho caer los beneficios de la película.
Objetivamente, considero La fuga de Logan una mala película, a la que le falta trabajo, detallismo y profundidad para funcionar correctamente. Subjetivamente, me divierten y me atraen su aspecto prácticamente hippie, su sexualidad oculta y su ingenuidad. Como cine de acción y aventuras resulta entretenida. A quien le guste La Isla, de Michael Bay, protagonizada por Ewan McGregor y Scarlett Johansson, probablemente le gustará La fuga de Logan, ya que, cosas de la originalidad de Hollywood, han copiado media película. Al contrario que La fuga de Logan, La Isla fue un fracaso, aunque puede que dentro de 15 o 20 años sea considerada de otra forma, ¿Quién sabe? Pero lo dudo.