lunes, 9 de abril de 2012

La música

Una paella. Un solomillo. Una ensalada. Unos spaghettis. Unas albóndigas. Una tarta. Un pedazo de pan.
Todos pueden ser de mejor o peor calidad, estar más o menos ricos, pero tienen en común que una buena salsa les puede hacer especiales, únicos y diferentes. Una buena salsa potencia el sabor del plato, combinando con sus ingredientes para fundirse en la boca del afortunado comensal. Puede ser fuerte o suave, puede ir en la misma dirección que el plato, compartiendo ingredientes con él, o bien generar un contraste que aporte carácter a cada bocado de placer intenso. Puede ser sencillo o complejo, picante o dulce, amargo e incluso afrodisiaco. Quizá no estemos acostumbrados a paladear sabrosas salsas en nuestra vida diaria, habituados al tomate frito o al ketchup, esa costumbre anglosajona que se echa en cualquier plato de manera indiscriminada, con resultados dispares. Por suerte, he crecido en una familia en la que mi padre tiene herencia valenciana, de la cual ha quedado el ali-oli como un vestigio cultural. Un ali-oli arriesgado, hecho con mortero y manualmente, sin artilugios electrónicos, pero suele dar buen resultado, dando una fuerza inmensa a las paellas. Por supuesto, la paella también es complicada de realizar, y, si sale mala, no hay ali-oli que la pueda salvar. Las salsas pueden marcar la diferencia, pero difícilmente serán más importantes que el plato en si.
La música en el cine tiene un efecto similar, con la diferencia de que la música es también un arte independiente, aunque no dentro del cine. Ahora recuerdo esos casos en los que se meten canciones de éxito en las series y películas. Es como utilizar gazpacho como salsa de tomate... cuando se toma solo puede estar muy rico, pero como salsa falla. La música de cine debería de estar pensada específicamente para la película, porque ambas artes crecen en su simbiosis, porque la imagen adquiere una capa más de profundidad y sentimiento, mientras que la música crecerá al verse ligada a las emociones de los personajes, al ambiente creado por la historia. No aspira a lo mismo que el resto de la música, aspira a algo diferente y de gran belleza.
Tengo que reconocer que este blog me ha ayudado a apreciar más la música para el cine, ya que casi cada vez que escribo una nueva crítica escucho su banda sonora una y otra vez, viajando así de nuevo a la película, a su ambiente, a sus personajes y sus emociones, me refresca todo lo vivido en la sala y me permite hacer más fiel mi función de recrear lo que la película me pudo hacer sentir. No pude parar de escuchar la música de Shame (http://www.youtube.com/watch?v=q9MZUeeg2Ug), Picnic en Hanging Rock (http://www.youtube.com/watch?v=8m-6bU4x7us), Blade Runner (http://www.youtube.com/watch?v=RScZrvTebeA), Chico & Rita, Sangre Fácil (http://www.youtube.com/watch?v=Wr8koRRce_Y), Drive (http://www.youtube.com/watch?v=MV_3Dpw-BRY) o Rocky (http://www.youtube.com/watch?v=N5aix0qCLP8). Hay casos en los que no merece la pena escuchar una y otra vez la banda sonora, por supuesto... cuando esa banda sonora es ketchup, por ejemplo, o mayonesa de bote.
Incluso he descubierto que hay ocasiones en las que la música me ayuda a entender mejor las películas. Amelie (http://www.youtube.com/watch?v=rdSKbILsezY) sería mucho más difícil de seguir sin la preciosa melancolía de su tema principal, o de cualquiera de sus otras canciones... uno puede comprender la soledad y la necesidad de sentir de Amelie Poulain, y sentirse identificado con ella. Vangelis hizo trabajos inolvidables en Carros de fuego o Blade Runner, películas que deben gran parte de su ambiente, de su clima, a su creación minuciosa, que se mezcla sutilmente con las imágenes.
No me quiero olvidar de John Williams y de la épica. Quizá ahora no es mi momento de mayor conexión con ese tipo de cine, que considero que no está envejeciendo del todo bien, pero me ha dado muchas alegrías y muchas tardes de tarareo, poblando mis sueños heroicos de la infancia, dándoles banda sonora.
La melancolía de Brokeback Mountain (http://www.youtube.com/watch?v=zEqIlRcwm5o&feature=fvst), la inmensa intensidad patológica de Requiem por un sueño (http://www.youtube.com/watch?v=vl5McGN2L-E), la dulzura de Cinema Paradiso (http://www.youtube.com/watch?v=1FzVWlOKeLs), el desierto y sus pasiones decadentes y crepusculares en El bueno, el feo y el malo (http://www.youtube.com/watch?v=10QLPX4TIJs), ambas del gran Morricone. Podría seguir eternamente. Todas nos remiten al cine y lo hacen más grande... desde el cine mudo ya hubo música y a nadie le pareció extraño... supongo que será porque en nuestro día a día también hay música... sólo tenemos que saber escucharla.
En estos momentos es cuando más lamento que mis conocimientos musicales sean tan limitados. Me va a tocar aprender algo. También tengo que aprender a cocinar. Bueno, siempre podré disfrutar de ambos placeres... y del cine. O todos juntos y mezclados, pero con gusto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario