domingo, 18 de marzo de 2012

¿Merece la pena?


Cada fin de semana se estrenan varias películas. Alrededor de la mitad de ellas son europeas, asiáticas, o sudamericanas. Salvo excepciones, como un enorme éxito en su país de origen, un gran talento, un gran parecido con el cine americano, o el hecho de estar protagonizada por una estrella española de la televisión, esas películas no tendrán éxito a gran escala. Serán enviadas a cines de versión original... esos cines para raros, frikis y listillos. De entre las películas norteamericanas que nos llegan, muchas de ellas son del llamado cine independiente, o tienen una intención artística superior a su intención comercial, o no se ciñen al cine de género a rajatabla: estas películas también irán dirigidas mayoritariamente a ese mercado, o no tendrán un gran éxito en taquilla y pasarán brevemente, sin pena ni gloria, por los grandes cines, los de pantallas grandes y palomitas. Entonces nos queda una parte del cine americano que copa nuestro mercado, es el cine de género, es decir: el cine de terror, acción, romántico, comedia, familiar, etc. Es el cine que conocemos, el cine del que se habla más habitualmente, nos guste o no, el cine que llena carteles y anuncios televisivos, el que llevamos viendo desde que nacimos. Ese cine que está protagonizado por estrellas, el cine que cuenta las historias que ya han funcionado antes, que tienen el mayor porcentaje de éxito. Las principales productoras no son tontas, no hay que tomar riesgos. Así vemos la recaudación encabezada por remakes de películas antiguas o de habla no inglesa que los estadounidenses hacen en lugar de doblar películas, medida inteligente, porque a su vez se adaptan al ideal americano de vida y a su idea de cine, tan sólo se quedan con una pequeña idea del original... también podemos encontrar secuelas e incluso secuelas de remakes, existiendo la posibilidad de existir remakes de secuelas, aunque es más improbable, ya que no se hacen tantas secuelas fuera de Hollywood. En realidad, poco importa, las películas "originales", las que no son remakes ni secuelas, son quizá las más previsibles y adscritas al género... no se pueden permitir el riesgo de hacer un producto no visto antes.
En fin, esa es la realidad del cine actual, y un lector avispado podrá leer entre líneas mi disgusto por esta situación. Lamento mucho mi subjetividad latente y pretendo justificarme. No odio este cine "comercial", no tengo nada en su contra. Pero sí tengo muchas cosas en contra del mal cine comercial, del mal cine de género. El problema es que abunda, y mi impresión es que eso ocurre cada vez más.
¿A quién le importa hoy en día que una película sea buena o mala? ¿Que esté bien o mal hecha, bien o mal interpretada, bien o mal escrita o dirigida? ¿A quién le importa que manipulen descaradamente los sentimientos y emociones de la gente? No veo que importe realmente el buen gusto o el trabajo bien hecho. Hay veces que creo que les da vergüenza hacer un buen guión de una comedia romántica, igual alguien les echa, o les llama cursis, bajo la amenaza de que el cine romántico no es así, hay quien cree que debe ser malo, que deben sonar violines o piano cuando se juntan los enamorados, que se debe manipular al espectador, que deben suceder cosas sin explicación ni sentido ninguno, sin un trabajo previo, quizá crean que el sexo se hace con ropa interior y sin más interés que ver muy guapos y enamorados a los protagonistas, chistes fáciles, bromas ya vistas, comportamientos adolescentes y ridículos en los enamorados, sea cual sea su edad, y un largo y enojoso etcétera.
Me molesta, pero parece que sólo me ocurre a mí, ya que la gente parece disfrutar igual de un producto bueno que de uno malo, parece que la capacidad crítica está sobrevalorada. ¿Para qué escribir un buen guión en medio año si en un mes he escrito algo que sirva para que Jennifer Aniston salga preciosa pero con un puntito picante? ¿Es eso lo que quiere el público?
Las cifras lo dicen. Supongo que gran parte de los lectores de este blog lo corrobora, si concuerdan con un poco de lógica estadística. Parece que sólo nos interesa el cine para ver lo que esperamos ver, lo que ya hemos visto otras veces, a llorar con lo que ya hemos llorado, a reir con lo que ya hemos reído. Pero... ¿cuántas veces puede funcionar la misma broma, la misma situación? Por lo visto, eternamente. Total... ¿qué importa? El cine está para entreneter, para dar cobijo a parejas en una sala oscura, evitándoles mantener una conversación larga, o haciéndoles creer como esos protagonistas, guapos, estúpidos y fuera del mundo. El cine está para ver efectos especiales y grandes explosiones, palizas de los buenos a los malos, disparos con efecto. ¿En eso consiste el cine? Yo no hablo de un análisis pormenorizado o semiprofesional, tampoco yo sé tanto de cine. Hablo de no aceptar los lugares comunes, las escenas mil veces vistas, pido diálogos divertidos, personajes creíbles, situaciones originales, dilemas reales, una buena conexión entre los protagonistas, ya sea por el diálogo o por un buen trabajo de puesta en escena... o tan sólo una de estas cosas. Sólo con presentar algo que salga de dentro de los creadores es suficiente. Todos tenemos historias románticas que contar, todos tenemos comedia, todos tenemos miedos que plasmar en una película de terror, incluso tenemos escenas de acción... y las contamos día tras día, en bares, cafés, salones, dormitorios, calles, clases, centros comerciales, tiendas... todos contamos anécdotas y hacemos reir y pasar miedo, todos creemos que nuestra historia de amor conmoverá a nuestros amigos, conocidos y desconocidos... ¿por qué el cine tiene que ser menos? ¿O acaso somos tan poco inteligentes e inmaduros como los protagonistas de las películas? ¿En serio es así? ¿O soy un superdotado, o un ser increiblemente superior a la sociedad que me rodea? No lo creo, de verdad que no. Se ha dicho muchas veces que el cine muestra los sueños de la sociedad, o al menos los crea y les da forma, generando una interesante disputa de huevos y gallinas... ¿es la sociedad la que inspira los sueños que se muestran en el cine, o es el cine el que enseña a la sociedad qué debe soñar? ¿O ambas cosas? Yo pretendo apartarme de eso un segundo y analizar esos sueños, tal y como se muestran actualmente, y me resulta difícil creer que la sociedad es eso, esa banalidad mostrada en las películas, infantil y ridícula, sencilla hasta la simpleza. Ojalá no sea así, me daría mucha pena.
Con esto no quiero decir que todo el cine de género esté mal hecho, tan sólo digo que el bueno escasea... y aquí estoy yo, hablando de buenos y malos, cosa que detesto, yo, que siempre he creído que hasta en lo peor hay algo que salvar y en lo bueno algo que mejorar... yo, que disfruto metido en una infinita escala de grises, dudando de la existencia del blanco y del negro, pero ya estoy cansado de violines cuando se enamoran, de canciones de éxito con chicas en los probadores de las tiendas... estoy cansado de remakes que empeoran el original, de risas enlatadas... incluso me altero cuando veo el video de Kony 2012 y descubro que una ONG se ha atrevido a manipular los sentimientos del público. Esto me altera especialmente... porque puedo entender la manipulación de aquello que es dañino, es lógica... pero no se debe manipular ni ensuciar lo bueno con sensibleria barata, las buenas intenciones y los buenos sentimientos no necesitan manipulación... o no deberían.
No quiero hablar más de buenos y malos, pero era difícil en este caso. Lo siento.
Bueno, quiero decir que esta entrada surgió del visionado de Cruce de destinos, película escrita y dirigida por Ricky Gervais y Stephen Merchant, nada más que una película de género, previsible y sencilla, no una gran película, pero escrita y protagonizada con cariño, con ilusión, con golpes bajos, lamentablemente, y cierta manipulación, pero con buenos diálogos, buenos personajes y una pasión vital sincera en ellos, con buenas interpretaciones. Suficiente para ser la mejor película de género que veo en mucho tiempo. Es triste, pero cierto. No tuvo excesivo éxito, normal, considerando que es inglesa y no estadounidense, y que no la protagonizan estrellas.
En contraposición, Ex-posados, película de Hollywood protagonizada por Gerard Butler y Jennifer Aniston, obra de la que tuve el gusto de ver gran parte, por desgracia no pude visionarla en su totalidad, lo que quita fuerza a mi crítica... es un desastre, una de las peores películas que he visto: no tiene ningún interés por estar bien escrita, si lo hubiera hecho un niño de 10 años sus diálogos hubieran sido más maduros y su trama hubiera tenido más sentido, con todos los respetos a los niños de 10 años. Es un despropósito tras otro, una vergúenza cinematográfica sin interés ninguno que logró 67 millones de dólares en Estados Unidos, más de 5 millones de libras en Inglaterra y a saber cuánto en España. La vio mucha gente, sin ser un gran éxito... y nadie se quejó como con El árbol de la vida, nadie pidió que le devolvieran el dinero por haber presenciado un insulto a su inteligencia, o al menos no me consta. Se considera una película más, algo normal. Y esto es tan sólo un mero ejemplo. Por eso me pregunto si merece la pena hacer bien el cine de género... la gran masa de la sociedad parece no querer apreciarlo, ¿para qué preocuparse en escribir buenos diálogos? ¿Para qué crear situaciones y personajes interesantes? Quizá el público sólo quiera ver lo mismo de siempre de la misma forma de siempre.

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