martes, 6 de marzo de 2012

"Perdición"

1944. Dir.: Billy Wilder. Estados Unidos.
¿Qué es lo que no encaja para que una película del cine negro más clásico, dirigida por un gran director alemán, como Billy Wilder, escrita por él junto a uno de los grandes escritores de novela negra, como Raymond Chandler, adaptando una novela de otro prestigioso escritor, James M. Cain, no funcione del todo bien? Yo había visto antes fragmentos de esta película, y había oído hablar de ella, así que estaba dispuesto a hablar del magnífico guión, de sus divertidos y detallistas diálogos que escapan a la censura con descaro y sugestión, de la importancia de las sombras y la inevitable influencia del expresionismo alemán, del talento de Wilder y el de Chandler... de la obra maestra. Quizá la culpa sea de las expectativas, de las ilusiones que me había hecho antes de situarme frente a la pantalla. Claro está que hay mucho de esto en Perdición, pero menos de lo que hubiera podido esperar. ¿Acaso es que el cine negro no era el género que mejor le iba a Billy Wilder? Pero él hizo la maravillosa El crepúsculo de los dioses, aunque quizá es un caso diferente, ya que él era ya por entonces un director más maduro y de talento reconocido en Hollywood, por lo que se permitió hacer una película más personal, donde pudo poner mayor emoción y cariño por sus personajes, de los que está carente Perdición.
Puede que haya perdido la cabeza, porque estoy hablando de un clásico, de una película admirada, dirigida por el gran ídolo del cine, Billy Wilder... pero creo que en este caso deja demasiado trabajo al espectador. Quizá el público de la época estuviese tan acostumbrado al género negro que algunos requerimientos, algunas convenciones, fuesen mecánicas para ellos. El problema es que se nos presenta un protagonista con muy poco encanto, y no quiero echar todas las culpas a Fred MacMurray, el actor que lo encarna, sino que siento que no se ha hecho suficiente para identificarse con él, cargado de clichés y haciendo uso de muy poca inteligencia, incluso de un romanticismo contenido y poco creíble. Me extraña que se enamore tan rápida y perdidamente del personaje interpretado por Barbara Stanwyck con una horrible peluca, casi resulta aleatorio su amor, como si hubiera podido suceder con cualquier mujer mínimamente atrevida y atractiva que se pusiera en su camino. Y, desde luego, es demasiado obvio que ella es una mujer fatal, incapaz de amar, y menos a un hombre como él. Todo me resulta demasiado obvio en su relación, demasiado manido y sin la chispa que hiciera diferenciar esta película de otras, situándola por encima. Por su narración, comenzando por el final, como en El crepúsculo de los dioses, es evidente para el espectador lo que va a suceder, pero en este caso incluso podría decir que esta estructura juega en su contra, ya que no tuve mayor interés en saber cómo habían llegado hasta ese punto, era demasiado obvio, y no tenía a favor el sentimiento de pena por un protagonista que no inspira grandes emociones. Así que le pide al espectador que haga todo esto por él, y puede surtir efecto, pero conmigo no lo hizo, lamentablemente. Tiene la ayuda de un gran texto, con unos diálogos rápidos y cargados de dobles sentidos, a pesar de que la voz en off es excesivamente explicativa por momentos, haciendo un poco literario el transcurso de la trama, hecho perdonable si se tiene en cuenta que es el primer guión del novelista Raymond Chandler, quien además tenía el problema de trabajar junto a Billy Wilder, con quien mantenía una muy mala relación. Pese a todo, como digo, tiene grandes diálogos, utiliza la luz de manera expresiva, tanto de día como de noche, cuando más huele la madreselva, y nos regala un gran personaje, Barton Keyes, el encargado de que no se cometan estafas en una empresa de seguros, un hombre listo y divertido, en su relación con el protagonista están los mejores momentos, una amistad creada con las cerillas que pide Keyes al protagonista, él nunca lleva porque se pueden encender en el bolsillo y quemarse. Eso define a ambos y es el toque de grandeza, de genialidad, en una película gris, que va perdiendo interés según avanza la historia hacia lugares comunes, alejándose poco a poco de su sentido del humor y sus rápidos diálogos. Por suerte, tuvo ocasión de resarcirse con El crepúsculo de los dioses... y con unas cuantas obras maestras más, así que me alegro de que esta película esté, a mi modo de ver, sobrevalorada. Sin ella, quizá no hubiera tenido la libertad para hacer todo lo que hizo. Y no fue poco.

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