lunes, 16 de enero de 2012

Los Globos de Oro o la naturaleza del éxito

Sí, ésta es de nuevo una entrada sobre premios. No quiero llenar este blog de una visión del cine como competición, pero ¿qué le vamos a hacer? Es la temporada de premios y los mismos cines así lo reconocen, con el reestreno de varias nominadas a los Goya en algunas salas de Madrid y las principales favoritas a los premios estadounidenses absorbiendo gran parte de la taquilla, guste o no. Es un importante aliciente para el público durante algunas semanas y constituye una pequeña diferencia con el cine que nos llega habitualmente, aunque sea en cuanto a calidad técnica.
Ayer noche se celebró la ceremonia de los Globos de Oro, unos premios de dudoso valor y prestigio, sospechosos habituales de sobornos y favoritismos, presentados por el cómico Ricky Gervais, que pone en duda a su vez el humor británico y su elegancia. De estos premios se podía esperar el triunfo de los nominados más famosos en cada categoría, fuera cine o televisión, comedia o drama, y que Ricky Gervais insultase a varios actores, ridiculizase alguna película y se riese de los premios en si, así como de si mismo. Todo por el espectáculo, todo por un puntito más de audiencia. No funcionó: Gervais fue muy blando y le rieron las gracias; mientras que The artist, una película francesa con un presupuesto muy reducido y con actores y director desconocidos para el gran público, era la principal triunfadora. Sería injusto no mencionar, pese a todo, que The Artist narra una parte de la historia del cine estadounidense, que es muda y en blanco y negro, aportándole así una alta dosis de exotismo, y que su distribuidor es uno de los grandes tiburones cazadores de premios, Harvey Weinstein.
En otras palabras, faltaron mala leche y eso que a veces se llama glamour, sea lo que sea, en realidad. Y ambos son buenos reclamos para llevar espectadores a las salas... tan buenos como la calidad o el talento, me temo. Seamos sinceros... ¿Qué es lo primero en lo que nos fijamos cuando vemos el cartel de una película o decidimos qué películas ver? Yo diría que, en un alto porcentaje, son los actores, y después, en menor medida, el director. Por tanto, los actores tienen dos opciones, ganarse al público película a película o vender una imagen que guste a la gente... pudiéndose convertir en estrellas, algún día. ¿Qué es una estrella de cine? ¿Son estrellas los mejores actores? Puede que no, puede que sea una diferente forma de medir. Puede que el cine también necesite estrellas, sonrisas perfectas, alfombras rojas, polémicas, escándalos y vestidos de Chanel, así las cosas, que un presentador se meta con un actor en directo y en sus mismas narices puede ser un buen reclamo. Clinc, clinc, clinc. Páginas de revistas y periódicos, declaraciones de los implicados y dinero en las salas. No importa que la película sea nefasta... o que sea maravillosa. La pareja de protagonistas de una película comienza una relación durante el rodaje. Más dinero... hay que ver su química y tratar de descubrir si es un engaño. Supongo que visto desde una perspectiva objetiva, este sistema no tiene por qué ser negativo, ya que gracias a estas artimañas hemos podido disfrutar de algunas películas inolvidables... es sólo una forma más de promocionar una película, acorde a los tiempos en que vivimos, incluso resultaría una frivolidad no hacer uso de estas opciones y privar al gran público de una obra de arte.
No quiero terminar esta entrada sin decir que ví los Globos de Oro y que los ví por Ricky Gervais, víctima del reclamo de sus malas intenciones. Incluso tengo que decir que es un cómico que me gusta bastante, disfruto con la mayoría de sus shows televisivos y los recomiendo a quien le apetezca reírse un rato con su humor políticamente incorrecto y cercano.
En la próxima entrada volveré a hablar de cine... del otro cine, espero.

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