viernes, 27 de enero de 2012

"El Topo"

El patriotismo, los ideales de la nación y de Occidente opuestos al frente ruso, comunista. La lealtad y el buen trabajo, el protocolo por encima de la amistad, el análisis y el control sobre las situaciones y sobre los otros por encima de las propias pasiones. Es difícil ser espía, eso seguro. Yo no lo soy, pero si lo fuera, tampoco podría deciroslo. Pero dejémoslo en que no soy espía y en que me resulta extraña y difícil esa vida. Se mezclan los personajes, los buenos y los malos, un bando con el otro, los fieles con los traidores, las pistas falsas y las correctas... se forma tal batiburrillo que llegado un momento no sabes quién es quién ni aquello por lo que están luchando. Y ahí es donde me pierden este tipo de historias, me cuesta encontrar la motivación o sentirme identificado por los valores. Pero sé que es una carencia mía, no de la película.
El Topo es una película que avanza lentamente, dejando que la tensión vaya aumentando según pasan los minutos, según se enreda la trama sobre sus personajes, todos muy claros y muy bien construidos. Resulta difícil mantener una intriga con tantos personajes involucrados, pero el hecho de que estén todos elaborados desde sus características más llamativas, desde sus defectos y virtudes, físicos o del comportamiento, hace que todo sea más sencillo. Que quienes los interpreten sean algunos de los más prestigiosos actores ingleses de varias generaciones también ayuda. Gary Oldman está magnífico, triste, viejo, solitario, aburrido e inteligente como George Smiley, protagonista de varios libros de John LeCarré, autor del que se adapta esta película; Benedict Cumberbatch protagoniza varios momentos de mucha tensión; Colin Firth compone un papel pomposo y graciosillo; Tom Hardy hace creíble la simpleza de su personaje; sólo con ver la cara de John Hurt puedes creer todo lo que te diga como jefe... y así un largo etcétera, con el que esta crítica sería interminable. Dicho esto, no caen en la caricatura y están bien escritos, lo suficientemente reales para mantener la emoción y hacernos dudar de sus palabras. No hay que creer las palabras de un espía, ni siquiera hablando con sus compañeros.
En esa duda que se impregna en cada uno de los personajes está la mejor cualidad de El Topo, ahí aparece el talento de Tomas Alfredson, buen director sueco, para no dejarnos entrar en la verdad de lo que sucede, para esconder nuestra visión detrás de ventanas, barrotes o personas, con un interés minucioso por los detalles. Incluso nos esconde la cara y las acciones de la mujer de Smiley, un personaje de gran importancia para él, y para la película por extensión, haciéndonos a nosotros y a él mismo espías de su propia vida privada. Es una película de género en toda regla, fiel al espíritu y las convenciones que requiere adaptar a John le Carré, y gustará a aquellos que deseen involucrarse en una historia sobre la Guerra Fría y sobre la lealtad y los valores tradicionales, y también a aquellos espectadores que deseen vivir dos horas activos en sus butacas, generando hipótesis, buscando pruebas... en definitiva, siendo espías.
Aunque con la ventaja evidente de evitar los peligros de ser descubierto y torturado. Ventajas de este lado de la pantalla.

1 comentario:

  1. Si es la mitad de buena que el libro será expléndida la película, buen análisis. Jesús Calvo

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