martes, 28 de febrero de 2012

"Duelo en la alta sierra"

1962. Dir.: Sam Peckinpah. Estados Unidos.
Duelo en la alta sierra es la segunda película de Sam Peckinpah y su primera película de prestigio internacional. Es curioso, porque, a su vez, es una película crepuscular sobre el fin del Oeste, sobre la vejez y lo que conlleva, sobre el legado que dejan las personas, siendo la última película de Randolph Scott y la penúltima de Joel McCrea, sus protagonistas, actores curtidos en docenas de películas y series del Oeste: eran secundarios o protagonizaban obras de directores menores, generalmente de poco presupuesto, nada de John Ford, o Howard Hawks, nada de los más grandes directores del Oeste. No eran actores de glamour, ni grandes estrellas, eran los que se habían pateado los desiertos, los saloons y las montañas a caballo, los que se habían estado quitando de las botas el polvo de los estudios de Hollywood durante décadas. Peckinpah aún no conocía a Steve McQueen, o a Kris Kristofferson, y les dio, quizá, su mejor película a ambos, su legado para la posteridad, una oda al cine del Oeste al que habían dedicado la mayor parte de su carrera.
Duelo en la alta sierra está cargada de añoranza y de romanticismo... no el romanticismo cursi de pareja que solemos entender con esa palabra, sino el otro, el que muestra un amor por sus personajes, por sus historias y su pasado, presente y futuro, por sus ideales, por su código de honor, un amor profundo por la tierra que pisan, en este caso la alta sierra del título, verde y de gran belleza, mostrada en technicolor y cinemascope, en toda su plenitud, contrastando con el triste espectáculo del poblado minero, destruido por la acción del hombre... en definitiva, un amor al cine y a la humanidad. Quizá suene muy grandilocuente esto que he dicho, principalmente para una película pequeña y sencilla como ésta, pero Peckinpah dejaba esa parte de si en cada película, con un tono a veces excesiva y extrañamente liviano, un acentuado sentido del humor, a veces irónico y a veces ingenuo, con una música a la que le cuesta casar con la imagen, en ciertos momentos. Es cierto que su cine es recordado principalmente por la sangre y la violencia, pero opino, en contra del pensar habitual, que esa violencia forma parte de su interés humano y su romanticismo; se empeña en que suframos con las muertes y las injusticias, con la parte salvaje de las personas, se empeña en que empaticemos con el dolor de los personajes. Es un cine que nos muestra el lado más primitivo del ser humano, más intuitivo, gentes sin apenas educación, solitarios que a veces aciertan y otras fracasan, no son héroes, aunque realicen actos heroicos, en alguna ocasión, sino personas normales que desean vivir lo mejor posible de acuerdo a su código moral, donde el honor y la amistad ocupan un lugar destacado; son unos idealistas que sueñan con un mundo mejor que ellos ya no tendrán ocasión de ver, mientras echan de menos aquello que pasó y aquello que hubieran deseado que sucediese. Por supuesto, no hay que olvidar que el cine de Peckinpah surge en los años en los que el cine clásico de estudio iba dejando paso al nuevo cine, donde los géneros se confundían y se podía experimentar más. Empezaban a aparecer cambios en Europa y Estados Unidos, y eso se ve en su cine, que mantiene ciertas convenciones clásicas, pero situando la cámara a veces en lugares más comprometidos, con unos primeros planos muy potentes, haciendo hincapié además en la identificación con los personajes.
En fin, volviendo a Duelo en la alta sierra, quizá no sea su mejor película, quizá no tenga la belleza desgarradora y enormemente violenta de Grupo Salvaje, o un protagonista tan carismático como La balada de Cable Hogue, ni siquiera la grandilocuencia a ritmo del gran Bob Dylan de Pat Garrett y Billy el niño, pero es uno de sus westerns más puros, es honesta, bella hasta dar un mensaje casi ecologista por momentos, es divertida y profunda al mismo tiempo, hay peleas a puñetazos, borrachos, una mujer que se sitúa en el centro de la trama, dándole sentido y un nuevo rumbo a los personajes, hay nostalgia y amistad, y sobre todo, hay cine del bueno, del que transmite, durante hora y media. A mí me parece suficiente.

2 comentarios:

  1. Qué agradable poder leer buenas críticas de buenas películas. Como dices, "Duelo en la alta sierra" no es el mejor plato del chef, pero contiene los mejores ingredientes. Enhorabuena por el blog, leyendo los artículos uno olvida la mitad vacía de la butaca.

    Adri.

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    1. Muchas gracias, Adri. Me alegro de que te guste el blog en general y esta crítica en particular, sabiendo que tienes más conocimientos que yo sobre el cine de Peckinpah. Tu apoyo me anima a seguir con más ilusión. Un abrazo, compañero.

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