miércoles, 1 de febrero de 2012

"Los descendientes"

¿No es curioso pensar que los hijos y nietos son descendientes y no ascendientes? ¿Es que el pasado fue mejor o más glorioso? ¿Por qué ver comenzar el árbol genealógico desde la copa, y no desde las raíces? O mejor... ¿por qué no buscar una expresión igualitaria? Bueno, la sociedad suele ser sabia para recrear la realidad a través del lenguaje, y quizá lo sea de nuevo en este caso: son descendientes, siempre a la sombra de unos personajes que no llegan a salir en la película de forma efectiva, ya sean los antepasados o una madre y mujer a punto de morir. Por ellos actúan estos personajes, presos de sus sentimientos hacia quien ya no está, aprendiendo a actuar respecto a ellos sin su respuesta efectiva... y quizá tratando de encontrarse a si mismos sin la parte que hay de los demás en cada uno de nosotros. Ese es el aspecto más logrado de Los descendientes, su mayor fuerza está en un padre tratando de imponer respeto a sus hijas y darles una educación que ya nadie cree que pueda dar, tratando de ocupar el lugar jerárquico de su mujer, en lugar de desarrollar el suyo dentro de la familia. Este respeto a los mayores, padres o abuelos, tengan razón o no, sepan o no lo que hacen, surge repetidamente según avanza la historia, dejando los mejores momentos actorales, cómicos y dramáticos. La importancia de la familia unida, de las relaciones entre ellos, se toca a menudo, pero generalmente de forma superficial, con la única excepción, quizá, de una escena final que a mí me ha sugerido muchas cosas, aunque puede no tener ningún interés en otros ojos.
En esta película de personajes el principal punto débil quizá sea ese, los personajes, y es una losa difícil de llevar. George Clooney no consigue dar todo el abanico de emociones que se espera de ese personaje que se debate entre llorar la pérdida de su mujer o cabrearse por su recién descubierta infidelidad. No es mi actor favorito, generalmente me cuesta creérmelo, le veo demasiado consciente de la presencia de la cámara, artificial... sí hay películas en las que consigue entrar en el personaje y darme una impresión de sus sentimientos, éste no es el caso. En esa falta de expresividad se pierde gran parte del atractivo de Los descendientes, y quizá no sea culpa suya, sino del personaje, del guión. Los personajes secundarios tampoco le ayudan, muchos de ellos aparecen y desaparecen sin pena ni gloria, insulsos y con escaso interés, aportando poco al resto de personajes. Sus hijas dan algo más de si, pero también adolecen de la misma artificialidad de Clooney. Debe de ser difícil trabajar en unos personajes que apenas evolucionan a lo largo de la historia, que no sufren prácticamente ningún cambio. De este tipo de películas se espera una trama de superación, de aceptación al menos de los problemas, y aquí ese cambio es tan débil que apenas se aprecia. Bueno, esto me lleva a pensar que quizá sea más real así, ¿acaso las personas evolucionamos en una semana? ¿Acaso evolucionamos alguna vez? ¿Superamos del todo nuestros traumas, nuestros miedos y problemas? Quiero creer que sí, que por ese motivo esperamos descubrirlo en el cine, para sentirnos seguros y confiados, si George Clooney puede, nosotros también. Sólo que George Clooney no puede, o no tiene tanto que cambiar. Puede que Alexander Payne, director de películas notables como Entre copas, haya tenido miedo al melodrama, gran villano que acecha a los guionistas de cine, y por ello haya estado evitando la mostración de sentimientos fuertes, manteniendo una mano suave durante las escenas más dramáticas, apoyado únicamente por úna música hawaiana que acompaña todo el trayecto, por los bellos paisajes del campo y de las playas de Hawai, por unos primeros planos que resultan poco intensos a mi modo de ver y por una voz en off bastante explicativa, otro enemigo de los guionistas, que se podía haber suprimido y que se va diluyendo según avanza la historia. Payne dirige de manera bastante rutinaria en esta ocasión, con pequeñas muestras de su estilo, que logra mirar los aspectos más normales de la vida cotidiana desde fuera, haciéndonos verlos como extraños, generando humor gracias a ello... pero lo hace en muy contadas ocasiones. Mi sensación es que trata de mostrarnos la vida de gente normal en Hawai, donde la voz en off nos anuncia que no todo es disfrute, aunque luego nadie dé un palo al agua en toda la semana que transcurre la trama.
En fin, que habrá que esperar a la siguiente película de Alexander Payne para disfrutar de su talento, o bien buscar alguna de sus películas anteriores y volver a verla; no debo de ser el único que lo ha pensado porque al terminar la película, saliendo de la sala, he escuchado a otro espectador cantando "Hawai, Bombay...", por lo visto a él la película le había dejado también así de indiferente. O quizá sólo tenía ganas de cantar o quería sacar una sonrisa a su acompañante, quién sabe.

2 comentarios:

  1. En una entrevista, el director comentó que quería mostrar el Hawai que nadie conoce, el verdadero corazón de los habitantes de isla, alejaranos del tópico de despreocupación acompañado de daiquiris al son de hula-hula. Buen concepto pero algo light. La idea se diluye y tenía más incertidumbre sobre el diseño de la próxima camisa de flores que llevaría Clooney. No obstante, disfruté de la película. Quizá no sea un peliculón, pero si que creo que los personajes están bien construídos, humanos al fin y al cabo. Descenderlos del rango de héroes que superan dificultades mostruosas es lo que hace de su patetismo algo real. Es una historia de una familia sin más... Película para desternillarse, para nada, para llorar, ciertamente tampoco. En el equilibrio está la clave y tiene algunos diálogos agudos que saben sacarde una sonrisa. Yo creo que es recomendable al menos.

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    1. Littleso! Agradezco tu comentario, y me gusta mucho que lo hayas puesto, porque difiere de mi opinión, y así queda esto más variado y más completo. Muchas gracias y me alegro de que pudieras disfrutar de lo que yo no pude o no supe con "Los descendientes"

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